La preponderancia de la obra de José Guadalupe Posada inspiro posteriormente al muralista Diego Rivera, quien re-adaptó el concepto y la bautizó como Catrina, le añadió nuevos atributos, estola, vestido, porte, colorido y elegancia, como se puede ver en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, convirtiéndola en La Catrina.
En el siglo XIX el nombre también hacía alusión a la alta sociedad afrancesada de aquella época. De ahí que a las personas bien vestidas hoy se les conoce como catrines o catrinas.
“La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”